miércoles, 3 de septiembre de 2008

Que tristes están las adelfas....


Dedicada a JESÚS NEIRA, ese profesor que nos han enseñado lo que es vivir en la vida.

Que tristes están las adelfas,
porque el viento enamoraba las espinas,
porque has ido donde nace la niebla,
donde se enjuagan las banderas blancas
y se mecen los pastores de las flores
en sillas de lluvia.. lluvia y vida.

Que tristes están ahí tan tiesas,
donde no se borran los aleluyas,
donde las mariposas y los duendes
barren lo tejados de las mañanas,
donde hay agujeros en los charcos
y se cabalga en los amaneceres
entre eclipses de ropas y peces
y plantas que roban las tardes.

Que tristes estaban las adelfas,
porque una puerta ha sido pared,
porque han encadenado con cadenas
al viento que empuja las cometas,
porque tú, profesor de vida,
has roto los tabiques envenenados
de quienes ponen pasillos a los pájaros.

Tú, continuaras andando entre racimos,
arando los caudales de las sombras,
viendo pasar los patios de los azulejos,
donde se derraman los dialectos del sol
y se querellan en el tribunal los olivos,
donde se funden en los suelos las flores
y se mojan los cerros de fuego con lluvias.

¡si…! Contigo están los colores del mar
y el olor que estampa las olas y acantilados,
y los delantales rotos de las gitanas,
esas que siegan al alba las cosechas
de calas blancas disueltas en bosques.

Profesor, que tristes están
aunque las riego, las regaremos
todas las mañanas, todos los días
con arroyuelos de higueras confiadas,
para que la mujer, para que las mujeres
encuentren las suelas de sus pasos,
para que tus invictas estrofas
interroguen el zaguán de las estaciones,
anudando con enredaderas de aire
las escaleras de fangos, juncos y lluvias.


Que tristes están las adelfas
porque sus flores han sacado los sombreros
y las hebras que apuntalan las noches,
esperando que las embestidas de los cántaros
refresquen el armario de roble con tréboles.
Nosotros seguiremos buscando los viñedos
y las nieblas donde descansan los magos,
sembraremos con rosas blancas las orillas
de la desembocadura de los pensamientos,
y con pestillos de óleos, arenas y vahos
cerraremos los exentos instantes de los quicios
con almohadas donde duermen los cuentos

Que tristes están las adelfas
porque hablan con el alcalde de las brisas,
esperando su tren, manchándose de besos
deshojando el desván de los pasos,
saludando su fuente y sus dos cantaros,
esculpiendo su herencia de piedra,
esperando donde no se borran los aleluyas,
donde las mariposas y los duendes
barren los tejados de las mañanas.

Que desolados están los cobardes,
envidiosos de la tristeza de las adelfas,
Porque ellas saben…. donde estas,
regalando vida donde se mecen las flores,
donde se adornan los recuerdos
con luces de aromas y… vientos,
que desolados están los cobardes
porque las adelfas te recordaran profesor,
porque saben que tu herencia es de piedra,
que tristes están las adelfas
que tristes pero… que bellas.


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