jueves, 24 de julio de 2008

Sin cadenas...








Hace unos días recibí un correo de alguien que me pedía quizás un consejo, que me pedía quizás que escuchara unas palabras escritas. A ella, a esas otras voces iguales que sufren malos tratos psicológicos en silencio les dedico esta poesía.








Tus lágrimas se derraman
entre barcos de amapolas
que seducen tus propias heridas
y entre pedazos de madrugadas
que enredan sus treguas
con pestillos de tomillo.

Estas encadenada a tus píes
y…. a sus manos
mientras coges semillas de viento
y siembras tu soledad
con flores marchitas.

¡Se equivocó! encadenó tu reloj
pero no las confidencias
del equipaje del alma,
aun persigues las mariposas
y … en las olas te asomas
para ver horizontes sin pincel.

¡ Desata las sogas que te atan ¡
porque no hay mejores soldados
que los que no golpean a los poetas
que los que han aprendido a galopar,
porque el solfeo de los voces
rompen los fusiles de las calles
con orquestas en los huertos…
porque cuando se calzan los pasos
con albarcas de centenos,
no se mueren las razones,
ni las almas que se comen las pausas,
sino los rostros que cierran los ojos,
los ojos que no saben leer a la vida

Desata rápido las soga
mientras descansan las estrellas
y llueve en las montañas
lluvias que no quieren penas,
recítale versos al carcelero
para que sepa que las semillas se van
donde siempre es de día…
donde no se ponen pestillos
a la voz ni a la poesía

Encadenaron tus pies a sus manos
mientras cogías piedras en el fango,
sembrando las distancias
con zanjas y flores amarillas,
encadenaron la calle más larga,
pero no las confidencias
ni el equipaje de tu alma

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